Kilimanjaro

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martes, 14 de junio de 2016

Business trip en Teherán



Mayo de 2016. 33 primaveras recién cumplidas… y cuando ya sólo pensaba en mi viaje a Cape Town de Junio, debo irme a Teherán por trabajo. Irán es uno de esos países que asusta a cualquier persona corriente: a mi madre, a mis amigos, mi entorno cercano de trabajo y por su puesto a mí. Porque a pesar de haber pisado ya más de 30 países no conozco a nadie que haya estado allí antes, primera motivación para ir, y porque la única imagen que tenemos es la que la prensa y la política nos ha creado durante tantos años y en la que Irán aparece como un país malvado de extremistas islámicos dedicado a desarrollar bombas nucleares y desafiando el orden mundial y el estilo de vida occidental. 

La primera imagen que se crea en mi cabeza cuando me imagino yo mismo en Irán es siendo el protagonista de un video viral de Youtube, de rodillas y con un mono naranja. Nada más lejos de la realidad, 30 minutos de lectura de blogs y experiencia de viajeros es suficiente para olvidar todos estos estereotipos y prejuicios a la vez de lamentarme de no tener el tiempo suficiente para leer más y prepararme lo que puede ser uno de los viajes más auténticos que alguna vez podré hacer. Porque siendo honesto, Irán no figuraba ni en el top 100 de mis próximos destinos preferidos, e intentaré aprovechar esta oportunidad que me brinda mi trabajo para descubrir la versión contemporánea del antiguo Imperio Persa.


Vuelo desde Madrid via Estambul con Turkish Airlines, no es la aerolínea más económica pero sí una de las rutas que menos horas de escala tiene. 

Espera en aeropuerto de Estambul

A las 6am del viernes 29 de mayo aterrizo en el aeropuerto Internacional Imam Khomeini llegando al hotel pasadas las 7 de la mañana. Pese a que había dormido apenas un par de horas y el cuerpo exigía su descanso, era el único día de esta semana que iba a tener libre ya que era fin de semana en Teherán y el sábado empezaría una maratoniana semana de trabajo. Por tanto, tras una ducha reparadora abandono el hotel sin mucha orientación tratando de descubrir una ciudad de más de 10 millones de habitantes y que no tardaría en darme cuenta que no iba a ser fácil.
En las calles de Teherán casi nadie por no decir nadie habla inglés por lo que el simple hecho de coger un taxi e indicarle dónde quieres ir es todo un reto. Como no tenía ni dirección, ni guías, ni Internet…sólo un par de nombres de atracciones turísticas que había grabado en mi mente durante la espera en el aeropuerto de Estambul, intento que me lleve a uno de los lugares más conocidos de la ciudad: el Palacio de Golestán. Pues bien, ni 4 personas pudieron ayudarme cuando les pronunciaba ese nombre, era como si le estuviera hablando a un canario. Incluso cuando ya me encontraba a 100 metros del palacio ningún transeúnte sabía qué le estaba preguntando con “Golestán” y eso que más tarde corroboré que en Iraní se pronuncia exactamente igual.
 
Al final llegué a este palacio que se encuentra en la zona central de Teherán,  sólo separado unos 200 metros del Gran Bazaar. 


El Palacio de Golestán, también conocido como el palacio de las flores, es el monumento histórico más antiguo de Irán. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue construido entre 1524 y 1576 durante el reinado de la dinastía Safavid. 

 

 


   


Exteriormente no es muy atractivo que digamos, se trata de un conjunto de edificios de arquitectura y decoración sobria que rodean un extenso jardín con grandes fuentes. En el acceso principal al Palacio debes comprar el ticket de cada estancia que deseas visitar. Como no tengo ni idea, pongo la oreja al lado de una guía turística que le recomienda a dos matrimonios suizos el 1 y el 7 y eso es lo que compro. El precio es de 80.000 R por el acceso principal y 80.000 R más por cada uno de los suplementos.
El interior de los edificios sí que se asemeja más a un palacio y puedes sentir la riqueza y lujo con la que el Sha pasaba sus ratos.  Pero tampoco soy mucho de ver museos y unido a mi cansancio, tiro un par de fotos en la estancia 1 y me siento unos minutos a la sombra en el jardín antes de salir por donde he entrado.

 

 

Me interesa más el presente y la cultura que el pasado, mezclarme entre la gente, oler el mercado, comer lo que ellos comen y empaparme de sus historias. Desgraciadamente el viernes es el único día que cierra el Gran Bazaar por lo que tocaría volver otro día, otra señal para que me fuera al hotel a descansar y refugiarme de los 30 grados de la calle.
En cada país que visito, coger un taxi es siempre una experiencia. Te da la oportunidad de hablar con el taxista y conocer de primera mano la gente y sus vidas, sin embargo como ya he comentado, no en Teherán. De vuelta al hotel paso completamente del taxi y me aventuro en el metro vuelta al hotel no sin antes meterme en el primer lugar de comidas abierto a las 3pm y comerme el primer (de muchos) plato de kebab con arroz blanco, plato nacional en Irán.

 

 


Por la tarde y una vez descansado hago otro intento de turismo y de todo lo que he visto por Internet que no esté cerrado me decido por ir a ver la Torre Azadí (o Torre de la Libertad, en farsi), tal vez el monumento más representativo de Teherán. Fue construida en 1971 para conmemorar los 2500 años del imperio Persa y se ha convertido en símbolo de la modernización del país. El trayecto a la Torre fue surrealista. Tras intentar ir en metro y perderme, agarro un tzi y el taxista no paraba de hablarme en farsi pese a que le dije 20 veces que era español. Cambiaba dirección sur o norte sin ningún sentido e hizo una parada en la que me dejó en taxi sólo 5 minutos y apareció desde una frutería con una bolsa de picotas que había comprado para compartir conmigo. Incluso me pedía que los huesos los tirara al suelo del taxi. 



 

 


De vuelta al hotel descubro que la antigua embajada de Estados Unidos está justo en frente de él, junto a Taleghani Metro Station. Había visto fotos en Internet pero este es sin duda un lugar imperdible de ver. ¿Quién no ha visto la película Argo? Basada en hechos reales, cuenta cómo el 4 de Noviembre de 1979 estudiantes militantes que apoyaban al leader de la revolución Iraní, el Ayatollah Khomeini, irrumpieron y tomaron la embajada de Estados Unidos alegando que los EE.UU. estaban orquestando un complot de la CIA para socavar la revolución, sobre todo con su continuo apoyo y el asilo otorgado al entonces derrocado Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi.

Aunque convertida en museo su acceso para visitantes no está permitido aunque algunos comentan que sólo unos pocos días al año abren. Sin embargo, los muros exteriores de la embajada, conocida como “Den of Espionage”, son ya un propio museo con grafittis y pintadas que denotan el sentimiento que los Teheraníes tenían a los americanos.

 

 

 

 

 

 
 
Paso toda la semana trabajando 14 diarias en MTN Irancell, el principal operador móvil de Irán, pero saco un día un hueco a medio día para visitar el Gran Bazaar, 10 km cuadrados de callejuelas interiores en el corazón de la ciudad. Aquí puedes encontrar de todo, no es como los zocos de Marruecos en los que mayormente encuentras textil, chatarrería y especias. El Gran Bazaar de Teherán es como 20 Corte Inglés juntos, tienes calles de alimentación, zonas de material de oficina, muebles, alfombras, electrónica y cualquier cosa que puedas necesitas. Si no está ahí, no existe.