En el refugio de Goûter pasamos sin ninguna duda la peor noche de toda la semana. Después de dos días de mal tiempo por tormentas, la previsión para el viernes y sabado (15 y de 16 de julio respectivamente) era excelente por lo que había una caterba de alpinistas esperando que llegara este dia para intentar la cima. Si por lo normal el refugio en temporada alta está absolutamente lleno, la madrugada del jueves al viernes parecía una piscifactoría de alpinistas peleándonos por un metro cuadrado de suelo para descansar una horas.
Refugio de Goûter tarde antes del ataque al a cima |
El desayuno es a las 2am para empezar acto seguido la ascensión por lo que a las 21:00 es normalmente hora de descansar un poco. Se trata entonces de ser más rápido que la expedición de en frente y extender tu aislante y el saco en el sitio más cómodo del suelo que puedas encontrar, en nuestro caso debajo de la mesa y los bancos en los que cenamos.
Durmiendo debajo de la mesa en Goûter |
En realidad no hay opción de dormir mucho, el ruido de la gente no cesa en ningún momento y para cuando consigues echar una cabezada de repente te despierta la guarda del refugio gritando a viento y platillo "Alé Alé Alé..." a las 1:30am con la intención de despejar todas las mesas y servir el desayuno. Esta señorita, de amabilidad discutida, se dedicó acto seguido a desprender a los alpinistas de sus sacos y los aislantes y tirarlos literlamente por la puerta del comedor escaleras abajo.
Entonces comienda la carrera del Montblanc, todas las expediciones con sus respectivos guías se pelean por una mesa y ser los primeros en desayunar para poder prepararse en la sala de 10 metros cuadrados donde más de 100 alpinistas guardamos todo el material. La estampa es deprimente. Unos gabachos nos dan el desayuno, sentados delante nuestra y peleandose por apropiarse de la jarra de zumo.
Ante esta situación, y viendo la cola que se va formando en la sala del material y en la propia salida del refugio para encordarse, decidimos tomarnoslo más tranquilo y salir finalmente a las 4am para dar tiempo a todo este atajo de idiotas a subir primero antes de que se lleven la cima.
Siendo por tanto unos de los últimos en salir de Goûter, tenemos la oportunidad de imprimir nuestro propio ritmo en la ascensión y disfrutar de las vistas que a eso hemos venido nosotros.
Aguja de Bionnassay |
Comenzamos subiendo por encima del refugio para alcanzar la cresta de nieve de la Aiguille du Goûter, y nos dirigirmos al sur-sudeste en dirección al Dôme del Goûter.
Encarando la subida al Dôme de Goûter |
La subida es larga y con tramos de bastante pendiente y cuando conseguimos encadenar el Dôme los primeros rayos de sol hacen que el mercurio suba de los 6ºC bajo cero (con sensación térmica incluso menor debido al viento).
Desde el Dôme nos espera una travesía y una fuerte pendiente para llegar al refugio de emergencia de Vallot que no es más que un cubo metálico sin ninguna facilidad en su interior que te puede salvar la vida en caso de una repentina tormenta ó ventisca.
Hacemos un descanso de 45min en Vallot en el que intentamos recuperar la temperatura de pies y manos e ingerir algunos hidratos ya que aún nos quedan cerca de 3 horas hacia la cima.
Todo lo que queda hasta la cima son afiladas aristas con precipicios de 1000m a ambos lados en las que no cabe error alguno. Un mal paso, un tropezón, significaría caer de forma violenta por el precipicio sin ninguna opción de sobrevivir a no ser que los dos compañeros de cordada tengan buenos reflejos y cojones para tirarse al otro lado de la arista y frenar tu caída al vacío.
Arista de Les Bossons |
La última media hora a la cima subiendo por la arista de Les Bossons (jorobas) se me hace interminable debido al cansancio, a la notable falta de oxígeno y al frio intenso que en toda la ascensión hace que pies y manos estén entumecidos y parcialmente insensibles. En esos momentos todo el cuerpo te dice que des de la vuelta, que no lo vas a conseguir, que no vas a tener fuerzas para descender, pero todo está en la cabeza y la cabeza me decía que ibamos a hacer cima sí o sí, porque no entendemos de renuncias ni de rendiciones.
Sólo recuerdo que iba pensando en todos los que compartirían conmigo y harían como suyo este éxito, en toda gente que confía en mí y en mi capacidad de sufrimiento, y no pude esperar a llegar a la cima para derrarmar algunas lagrimas.
Cuando me quise dar cuenta, allí estabamos, era la cima! No habían más aristas que subir, no existían más pendientes que escalar en todo nuestro alrededor. Estabamos en el punto más alto de Europa Occidental y tenía el placer de compartirlo con dos grandes personas.
Cima del Montblanc |
Sé que esto es muy típico, pero es ahí cuando todo el esfuerzo, las noches en los refugios sin dormir, la sensación de que se te van a congelar las manos, jugarte la vida en la bolera....todo cobra sentido y ha merecido la pena. Disfrutamos la cima una media hora hasta que el frio nos hace empezar a descender pero gracias al espectacular día que hizo tenemos la opción de ver los mayores picos de los Alpes incluso la parte Suiza e Italiana hasta donde nos alcanza la vista, incluyendo el Cervino.
No abandono la cima sin acordarme y agradecer a Hero, que ha hecho posible que pudiera contaros día a día la ascensión.
Una vez descendido sin mayores problemas (mi paso por la bolera no fue muy tranquilo) el reto está conseguido. ¿cuál será el próximo? No lo sé, hay muchas montañas que subir y de momento prefiero evitar las excesivamente pobladas como el Montblanc. Ésta, cuna y origen del alpinismo, se ha convertido en un circo en donde las compañías de guías son los domadores de elefantes, no existe ese espíritu de montaña ni ese compañerismo. Sólo vale la foto en la cima cueste lo que cueste y por encima de quien sea.
Recomiendo a todos los cafres que nos encontramos en la ascensión visitar el cementerio de Chamonix y ver todos los alpinistas que han muerto en este macizo. La montaña da muy pocas concesiones y en los malos momentos el que se encuentra a tu lado puede ser la diferencia entre la luz y la sombra.