¡Lo conseguimos! Aunque el sentimiento de felicidad no es pleno ya que sólo Tony y yo podemos contar qué se siente a 6.189 metros.
El tito Norte pasó una tarde noche bastante mala con problemas gástricos que dejan a cualquiera fuera de juego. Sin embargo, a las 00:00 suena el despertador y tras haber dormido algo se encuentra con ganas y fuerzas suficientes para el ataque a la cima. Es así que, tras un desayuno de noodle soup y un té caliente, a las 00:30 nos equipamos y pasados pocos minutos de la 1 de la mañana comenzamos la marcha.
La primera buena noticia, y quizá determinante para poder hacer cima, es que no hay viento. El mercurio no sube de los 0º C pero la desconocida ausencia de viento en una noche como esta hace que esos 0ºC me parezcan 25 a la orilla del Mar Mayor en La Manga. Doy gracias a la diosa Fortuna por tanta suerte y rezo para que al menos permanezca así durante las horas nocturas.
Nada más dejar atrás el campo base nos encontramos con una fuerte pendiente que no dejaremos en 5 horas. Sí, 5 horas de noche escalando una pendiente rocosa superando incluso pasos de 4º grado.
Yo me encuentro hecho un toro. Mi entrenamiento físico en los meses anteriores hacen que mis piernas asciendan metros sin parada alguna durante horas. Mi motivación mental hace que no piense en el frío ni en lo que aún nos queda por subir. Me ayuda que Tony mantenga mi ritmo en todo momento y así nos vamos turnando en la cabeza para buscar la senda correcta.
Pasang se queda atrás con Joaquin y el tito que, lamentablemente, van a un ritmo menor haciéndonos que tengamos que parar varias veces a reagruparnos. Joaquin en todo momento parece más flojo, sin duda no tiene su mejor día tras 11 jornadas en las que él nos dejaba atrás en todas las subidas.
Pasang aprovecha cuando estamos sólos para mostrarme su preocupación por Joaquin y el tito y me dice que nos lo ve capacitados para subir.
Seguimos varias horas juntos hasta llegar al High Camp a unos 5.500 metros donde nos ponemos las botas de plástico. Son las 5 y poco de la mañana y los primeros colores del amanecer se aprecian desde el este con impaciencia.
Quedando aún más de 1 h para llegar al "crampon point", punto a partir del cual está el glaciar y nos tenemos que poner los camprones y encordarnos, Pasang me pide entonces que hable con Joaquin y le pida que descienda ya que no lo ve en condiciones para subir. Hasta ese momento, según él y doy fé, habiamos superado la parte más sencilla. Lo peor estaba por llegar.
Joaquín estaba de acuerdo, no tenía más energía para subir o al menos para subir y bajar de forma segura. Tenía ya la decisión tomada de darse la vuelta pero estaba esperando a que amaneciese para bajar seguro sin perderse.
Dos minutos después de que Joaquín comience sólo su descenso el grupo se detiene y unánimemente, al ver a qué ritmo y con qué debilidad descendía, decimos que Joaquín no puede bajar solo. No podíamos permitir que le pasara algo.
5:30 de la mañana a poco menos de 1 hora del crampon point y tenemos que tomar rápidamente la decisión más importante hasta el momento y para mi la más dificil en montaña hasta ahora. Todos estamos de acuerdo en que Joaquin no puede bajar sólo. La discusión sin embargo surge entre Tony y yo. Tony es el primero que propone de forma inmediata abandonar y bajarnos todos. Yo me niego a abandonar y aunque exigo una solución para que Joaquin no baje sólo, les comunico a mis compañeros que yo sigo aunque sea sólo.
Mi tio se había recuperado, llevaba ya un par de horas a nuestro ritmo y se veía fuerte por lo que en ningún momento barajaba el abandonar.
Entonces tomé una decisión casi unilateral y le ordené a Pasang que descendiera con Joaquin y que nosotros continuabamos sólos. Pasang me dijo que confiaba en Tony y en mí pero que no permitía que el tito, sin experiencia ni técnica en alta montaña siguiera. Pasang me pasa la cuerda que me echo a la espalda pero me vuelve a exigir que sólo continuemos Tony y yo. Evidentemente es algo que no sentó bien a mi tio y yo convenzo a Pasang de que yo me hago responsable del tito y Pasang parece acceder. Yo sabía que delante teníamos que atravesar un glaciar con grietas y como paso final escalar el icewall, una pared vertical de 250 metros, tareas que a mí mismo me daban mucho respeto. También tenía otro As en la manga, sabía que el grupo de Héctor nos llevaba pocas decenas de menos y que si incrementábamos el ritmo podíamos pillarlos y unirnos a su cordada.
La decisión parecía tomada, Tony yo comenzabamos el ascenso en solitario y Pasang descendía a la cota del tito cuando nos dimos cuenta que en el último momento el tito se sacrificó por nosotros descendiendo él para que Pasang nos acompañara. En palabras del tito, "Pasang era más valioso con vosotros arriba que bajando" y es algo que nunca podremos agradecerle suficiente. Él se encontraba bien en ese momento, con ganas de continuar.
También hay que decir que desde ese punto se veía el icewall y cómo pequeñas luces trepaban en forma de escaladores esa pared amenazantemente vertical. El tito tenía serias dudas de si iba a ser capaz con tal brutal escalada y puede que esas dudas en parte lubricaron la decisión para acompañar a Joaquin cuesta abajo.
Después de ver y escalar desde el crampon point hasta la cima puedo decir que yo mismo no le hubiera permitido continuar ya que su baja experiencia hubiera puesto en riesgo su vida.
Sin embargo, esto algo que podemos decir a posteriori. En ese momento hizo un acto de generosidad con Tony y conmigo, permitiendo que Pasang nos guiara hasta la cima mientras él bajaba con Joaquin y esto es algo que nunca olvidaremos.
Alcanzamos el crampon point ya con luz suficiente para apagar los frontales y el paisaje cambia drásticamente. Mis ojos no pueden creerse lo que ven. Dejamos atrás una escalada rocosa y delante nuestra presenciamos un paisaje glacial con seraks de decenas de metros de altura, afiladas crestas por las que tendríamos que pasar con grietas a ambos lados de centenares de metros sacadas de documentales de proezas en ocho miles.
Avanzamos encordados rodeados de las grietas en las que no se ve el fondo, subiendo por crestas del ancho de nuestras botas y salvando paredes verticales de varios pisos con el yuma y en ese momento doy gracias por la decisión de mi tio. Tony y yo tenemos más años de experiencia en escalada en roca y alpinismos, experiencia que nos ayuda a superar esas paredes.
Minutos más tarde llegamos a un valle glacial en el que nos encontramos de frente con el icewall. Ni los videos en youtube, ni las fotos, ni nada que nos hubieran contado se aproximba al gigante blanco que teníamos enfrente nuestra y que nos separaba de la gloriosa cima. No puedo explicar lo que sentía, no podía esperar a empezar a escalar pese al extremo cansancio. Estaba disfrutando del momento, por fín me sentía un verdadero Himalayista. Era el instante que había estado esperando y sabía que podía superar esa pared y llegar a la cima.
Justo al inicio de la pared nos aseguramos con el yuma al inicio de la cuerda fija y un escalador alemán que descendía me daba la prematura enhorabuena advirtiéndome que me quedaba sólo 1 hora. No sé exactamente el timpo que estuvimos colgados de esa pared pero a mí se me hizo eterno. A 6 mil metros cualquier pequeño esfuerzo hace sentir como si no pudieras respirar. Pues escalando el icewall , cada dos o tres tiradas necesitaban de 1 minuto de profundas respiraciones.
Paso a paso y como no podía ser de otra forma llegamos a la arista cimera, antesala a la cima.
Pocos metros después, lágrimas en los ojos, alcanzábamos los 10 metros cuadrados de gloria que felízmente compartíamos con parte del grupo de mexicanos. ¡Estabamos en lo más alto!
6.189 metros de altitud. Nunca antes había llegado tan alto y posiblemente nunca volveré a estarlo. Han sido 12 días de escalada y aclimatación, días muy duros que cualquier otra persona no se explica el por qué de invertir las vacaciones anuales sufriendo. En la cima le pregunté a Carlos Vazquez, nuestro amigo mexicano, si había merecido la pena y llorando me dijo "¡Por supuesto que sí Wey!".
El tito Norte pasó una tarde noche bastante mala con problemas gástricos que dejan a cualquiera fuera de juego. Sin embargo, a las 00:00 suena el despertador y tras haber dormido algo se encuentra con ganas y fuerzas suficientes para el ataque a la cima. Es así que, tras un desayuno de noodle soup y un té caliente, a las 00:30 nos equipamos y pasados pocos minutos de la 1 de la mañana comenzamos la marcha.
La primera buena noticia, y quizá determinante para poder hacer cima, es que no hay viento. El mercurio no sube de los 0º C pero la desconocida ausencia de viento en una noche como esta hace que esos 0ºC me parezcan 25 a la orilla del Mar Mayor en La Manga. Doy gracias a la diosa Fortuna por tanta suerte y rezo para que al menos permanezca así durante las horas nocturas.
Nada más dejar atrás el campo base nos encontramos con una fuerte pendiente que no dejaremos en 5 horas. Sí, 5 horas de noche escalando una pendiente rocosa superando incluso pasos de 4º grado.
Yo me encuentro hecho un toro. Mi entrenamiento físico en los meses anteriores hacen que mis piernas asciendan metros sin parada alguna durante horas. Mi motivación mental hace que no piense en el frío ni en lo que aún nos queda por subir. Me ayuda que Tony mantenga mi ritmo en todo momento y así nos vamos turnando en la cabeza para buscar la senda correcta.
Pasang se queda atrás con Joaquin y el tito que, lamentablemente, van a un ritmo menor haciéndonos que tengamos que parar varias veces a reagruparnos. Joaquin en todo momento parece más flojo, sin duda no tiene su mejor día tras 11 jornadas en las que él nos dejaba atrás en todas las subidas.
Pasang aprovecha cuando estamos sólos para mostrarme su preocupación por Joaquin y el tito y me dice que nos lo ve capacitados para subir.
Seguimos varias horas juntos hasta llegar al High Camp a unos 5.500 metros donde nos ponemos las botas de plástico. Son las 5 y poco de la mañana y los primeros colores del amanecer se aprecian desde el este con impaciencia.
Quedando aún más de 1 h para llegar al "crampon point", punto a partir del cual está el glaciar y nos tenemos que poner los camprones y encordarnos, Pasang me pide entonces que hable con Joaquin y le pida que descienda ya que no lo ve en condiciones para subir. Hasta ese momento, según él y doy fé, habiamos superado la parte más sencilla. Lo peor estaba por llegar.
Joaquín estaba de acuerdo, no tenía más energía para subir o al menos para subir y bajar de forma segura. Tenía ya la decisión tomada de darse la vuelta pero estaba esperando a que amaneciese para bajar seguro sin perderse.
Dos minutos después de que Joaquín comience sólo su descenso el grupo se detiene y unánimemente, al ver a qué ritmo y con qué debilidad descendía, decimos que Joaquín no puede bajar solo. No podíamos permitir que le pasara algo.
5:30 de la mañana a poco menos de 1 hora del crampon point y tenemos que tomar rápidamente la decisión más importante hasta el momento y para mi la más dificil en montaña hasta ahora. Todos estamos de acuerdo en que Joaquin no puede bajar sólo. La discusión sin embargo surge entre Tony y yo. Tony es el primero que propone de forma inmediata abandonar y bajarnos todos. Yo me niego a abandonar y aunque exigo una solución para que Joaquin no baje sólo, les comunico a mis compañeros que yo sigo aunque sea sólo.
Mi tio se había recuperado, llevaba ya un par de horas a nuestro ritmo y se veía fuerte por lo que en ningún momento barajaba el abandonar.
Entonces tomé una decisión casi unilateral y le ordené a Pasang que descendiera con Joaquin y que nosotros continuabamos sólos. Pasang me dijo que confiaba en Tony y en mí pero que no permitía que el tito, sin experiencia ni técnica en alta montaña siguiera. Pasang me pasa la cuerda que me echo a la espalda pero me vuelve a exigir que sólo continuemos Tony y yo. Evidentemente es algo que no sentó bien a mi tio y yo convenzo a Pasang de que yo me hago responsable del tito y Pasang parece acceder. Yo sabía que delante teníamos que atravesar un glaciar con grietas y como paso final escalar el icewall, una pared vertical de 250 metros, tareas que a mí mismo me daban mucho respeto. También tenía otro As en la manga, sabía que el grupo de Héctor nos llevaba pocas decenas de menos y que si incrementábamos el ritmo podíamos pillarlos y unirnos a su cordada.
La decisión parecía tomada, Tony yo comenzabamos el ascenso en solitario y Pasang descendía a la cota del tito cuando nos dimos cuenta que en el último momento el tito se sacrificó por nosotros descendiendo él para que Pasang nos acompañara. En palabras del tito, "Pasang era más valioso con vosotros arriba que bajando" y es algo que nunca podremos agradecerle suficiente. Él se encontraba bien en ese momento, con ganas de continuar.
También hay que decir que desde ese punto se veía el icewall y cómo pequeñas luces trepaban en forma de escaladores esa pared amenazantemente vertical. El tito tenía serias dudas de si iba a ser capaz con tal brutal escalada y puede que esas dudas en parte lubricaron la decisión para acompañar a Joaquin cuesta abajo.
Después de ver y escalar desde el crampon point hasta la cima puedo decir que yo mismo no le hubiera permitido continuar ya que su baja experiencia hubiera puesto en riesgo su vida.
Sin embargo, esto algo que podemos decir a posteriori. En ese momento hizo un acto de generosidad con Tony y conmigo, permitiendo que Pasang nos guiara hasta la cima mientras él bajaba con Joaquin y esto es algo que nunca olvidaremos.
Alcanzamos el crampon point ya con luz suficiente para apagar los frontales y el paisaje cambia drásticamente. Mis ojos no pueden creerse lo que ven. Dejamos atrás una escalada rocosa y delante nuestra presenciamos un paisaje glacial con seraks de decenas de metros de altura, afiladas crestas por las que tendríamos que pasar con grietas a ambos lados de centenares de metros sacadas de documentales de proezas en ocho miles.
Avanzamos encordados rodeados de las grietas en las que no se ve el fondo, subiendo por crestas del ancho de nuestras botas y salvando paredes verticales de varios pisos con el yuma y en ese momento doy gracias por la decisión de mi tio. Tony y yo tenemos más años de experiencia en escalada en roca y alpinismos, experiencia que nos ayuda a superar esas paredes.
Minutos más tarde llegamos a un valle glacial en el que nos encontramos de frente con el icewall. Ni los videos en youtube, ni las fotos, ni nada que nos hubieran contado se aproximba al gigante blanco que teníamos enfrente nuestra y que nos separaba de la gloriosa cima. No puedo explicar lo que sentía, no podía esperar a empezar a escalar pese al extremo cansancio. Estaba disfrutando del momento, por fín me sentía un verdadero Himalayista. Era el instante que había estado esperando y sabía que podía superar esa pared y llegar a la cima.
Justo al inicio de la pared nos aseguramos con el yuma al inicio de la cuerda fija y un escalador alemán que descendía me daba la prematura enhorabuena advirtiéndome que me quedaba sólo 1 hora. No sé exactamente el timpo que estuvimos colgados de esa pared pero a mí se me hizo eterno. A 6 mil metros cualquier pequeño esfuerzo hace sentir como si no pudieras respirar. Pues escalando el icewall , cada dos o tres tiradas necesitaban de 1 minuto de profundas respiraciones.
Paso a paso y como no podía ser de otra forma llegamos a la arista cimera, antesala a la cima.
Pocos metros después, lágrimas en los ojos, alcanzábamos los 10 metros cuadrados de gloria que felízmente compartíamos con parte del grupo de mexicanos. ¡Estabamos en lo más alto!
6.189 metros de altitud. Nunca antes había llegado tan alto y posiblemente nunca volveré a estarlo. Han sido 12 días de escalada y aclimatación, días muy duros que cualquier otra persona no se explica el por qué de invertir las vacaciones anuales sufriendo. En la cima le pregunté a Carlos Vazquez, nuestro amigo mexicano, si había merecido la pena y llorando me dijo "¡Por supuesto que sí Wey!".