Primera noche a más de 3 mil metros, noche fría en el teahouse pero hemos podido descansar bastante bien.
Hoy ha sido un día de aclimatación en el que hemos realizado
una ascensión hasta casi 4.000
metros mediante una ruta circular que nos dejaba en el
mismo punto de partida, Namche Bazaar a 3.440 metros, donde
pasaremos otra noche.
Nada más empezar cresteamos una montaña con una pendiente
bastante pronunciada llegando a un museo del área del parque nacional de
Sagarmatha (Everest). Durante una hora nos damos un baño de cultura Sherpa e
historia de las primeras expediciones y estudios del Everest. El nombre Everest lo acuñó un
explorador/científico inglés en una de sus expediciones a finales del siglo XIX
en honor a uno de sus maestros Sir George Everest.
Sagarmatha es el nombre nepalí de Everest, cuyo significado
es “techo del mundo” y Chomo Lungma es el nombre Tibetano/Sherpa y significa
“madre del universo”. Y hasta aquí todo lo que me acuerdo que no es poco.
Dejamos el museo atrás y seguimos subiendo para llegar a la
cima de esta “colina” donde disfrutamos de un rico té en el que posiblemente es
uno de los hoteles más selectos de esta zona, el Everest View Hotel, regentado
por japoneses y situado estratégicamente en el punto más alto de la montaña con
un mirador al Everest. Desafortunadamente el día está muy nuboso y lloviendo
con lo que aún no podemos dislumbrar el pico más alto del mundo.
Durante la ruta visitamos dos de los pueblos más
representativos de la zona, Khumjung y Khunde. En el primero confirmamos si aún
no lo habíamos hecho que sir Edmun Hillary es considerado casi un Dios por el
pueblo Sherpa. Hillary ascendió por primera vez a la cima del Everest en mayo
de 1953. En aquel entonces nada de lo que estamos viendo nosotros existía. No
había caminos, no había teahouses en las que descansar y comprar agua y comida
y ni siquiera existían los puentes que cruzan el rio Kosi. Según nos cuenta
Pasang, la expedición constaba de 20 sherpas y más de 100 porteadores sin los
cuales la hazaña de Hillary no podría haberse hecho realidad.
En agradecimiento al pueblo Sherpa, Hillary dedicó el resto
de su vida a esponsorizar la construcción de infraestructuras como puentes,
escuelas, carreteras y hospitales. En Khumjung hemos visitado la escuela que
lleva su nombre y al estilo Jesus Calleja hablamos con los maestros que nos
cuentan que hay más de 400 niños que vienen desde los pueblos vecinos y se
quedan a vivir toda la semana en la escuela hasta el viernes que vuelven a
casa.
Hacemos parada para comer a eso de las 11, la hora de comer
en el trekking, y tenemos la suerte de caer en una guesthouse regentada por una
familia que nos prepara con mucho cariño y amor un estofado de ternera (en
realidad un bicho parecido llamado buff) al estilo Sherpa y unas patatas
revueltas con huevo que estaban de infarto. Las patatas recién cogidas de la
tierra y el huevo diría que recién salido del orto de la gallina que teníamos a
unos metros. Si llega a estar aquí nuestro amigo Cabo hubiera muerto de placer,
él y la vieja tras 2 o 3 horas de conversación que le hubiera dado.
En la sobremesa, con un té, le hacemos el primer examen de
español a Pasang. Llevamos dos días enseñándole palabras en castellano y él se
las va apuntando en un trozo de papel con su significado en inglés, y es
sorprendente la memoria que tiene.
Con los buches llenos seguimos nuestro camino a Khunde donde
visitamos un monasterio budista. El monje, encargado de mantenimiento, o lo que
fuera ese hombre que encontramos leyendo en el patio nos permite entrar al
templo post pago de una contribución voluntaria y nos sorprende abriéndonos un
armario donde según él guardan un trozo de esqueleto de la cabeza de un Yeti.
Sea Yeti, cabra o sherpa peludo, nos hacemos los interesados
y fotografiamos ese casco con pelo como si fuera la tumba de Tutankamón.
Hacemos también visita al hospital de Hillary en donde
leemos que la atención médica para extranjeros cuesta 50 USD siendo gratuita
para la gente local.
De vuelta a Namche Bazaar, después de más de 6 horas y con
muchas ganas de llegar, pasamos por un campo de fútbol donde los niños de un
colegio juegan bajo la lluvia. Allá que vamos nosotros y no tardan en
ofrecernos jugar, sobre todo al ver al tito Norte y su cuerpo deportista. Quizá
lo confundieron con Xabi Alonso.
Nos dividimos en los dos equipos de niños y el maestro y
echamos una pachanga de casi una hora en la que acabamos calados hasta los
huesos y realmente fatigados. No pensaba yo que en el día de aclimatación
ibamos a jugar al fútbol a 3.400
metros!! Realmente un reto físico.
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