Kilimanjaro

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miércoles, 15 de julio de 2015

La vida en las Gili

La vida es muy complicada en las Gili. Todo el mundo viene para dos días y se queda una semana el que menos. Hemos conocido gente que lleva meses o años y vinieron para pasar dos días y ahora los comprendo. Estos 15 kilómetros cuadrados de arena, selva y palmeras tienen algo que te atrapa y no te deja irte, nosotros llevamos ya casi una semana y mi ritmo cardiáco ya se ha aclimatado al de la isla. Echaré de menos al almuecín llamando al rezo, a los gallos cantando 24 horas al día, el darle prioridad a los carros con caballos en los cruces, y sobre todo, el terminar el día con el sunset en el Aston Sunset Beach Resort disfrutando de música reggae en directo.






Puede parecer que en un pequeño trozo de tierra no hay mucho que hacer, nada más lejos de la realidad. El hecho de no hacer nada ya te ocupa el 80% de los días  y el otro 20 hay muchas actividades de las cuales tenemos que elegir cuáles hacer y cuáles dejar para la próxima vez.




El domingo nos apuntamos a un circuito en barco que recorre varias zonas de coral, pasando por las dos islas que aún no habíamos pisado, Gili Meno y Gili Air. Hacemos snorkel en cada parada y nadamos a pocos centímetros de tortugas centenarias, y en Gili Air nos damos un rico baño encontrándonos allí con el Tordo y Mari Nieves.





El lunes, tal y como le prometimos a nuestro ya amigo Pedro, el instructor de buceo, madrugamos para estar a las 9 en la puerta del club DSM para realizar lo que pensábamos que sería un "aburrido" bautizo de buceo. Digo aburrido porque ya casi todos lo habíamos hecho en Cabo de Palos y en aquel entonces no fue más que eso, un bautizo. En esta ocasión todas las expectativas han sido superadas, empezamos en la piscina con las prácticas y teoría para luego realizar lo que sería una auténtica inmersión en el Manta Point de Gili Trawangan, sumergiéndonos hasta los 15 metros durante 51 minutos.

Dicen que no hay un sitio igual en el mundo para aprender a bucear, debido a la diversidad marina entre el coral y las fuertes corrientes del fondo marino de las cuales puedo dar fé. Buceamos entre tortugas y miles de peces de todos los colores y el bailongo y Tony se quedan sin ver el pez león ya que tuvieron que salir a superficie antes por agotar antes el aire de sus botellas. Lo mejor del viaje se lo pierden :)

El bailongo está a tope, por la noche después del atarceder rodamos nuestras bicis a la zona noroeste de la isla escapándo de la zona de restaurantes y marcha. Buscando más tranquilidad paramos súbitamente al ver a la derecha unas casas de lugareños con guitarras y da la casualidad que allí mismo estaba la vendedora ambulante que el primer día me despertó en la playa para intentar venderme pulseras. Con ella (Ana), su hermana María y su instructora de buceo italiana Valentina echamos unas risas, intentado regalarles unos acordes flamencos, pero no tengo mucho éxito ya que el bailongo acapara la atención con sus bailes latinos, bailando bachata con la melodía del telediario.




Al oir los acordes, aparece de la oscuridad un lugareño con otra guitarra y con una sonrisa en la boca, y compartimos unos momentos inolvidables tratando de compartir algo de nuestra cultura musical.



Para comer en la isla no nos la jugamos más, llevamos tres días seguidos comiendo en el Warung Family, de hecho le he dicho a la mujer que si no podemos volver a España que me adopte y me cocine todos los días. Resulta que hace unos días entró en erupción un volcán de la isla de Java y varios aeropuertos están cerrados debido a la nube de ceniza que se ve desde las Gili. Algunas compañías han cancelado todos sus vuelos y otras funcionan apenas unas horas al día por lo que a día de hoy no tenemos certeza de que podamos coger el vuelo que nos lleve a Jakarta el viernes.




Hoy es nuestro último día en las Gili, mañana nos iremos a Lombok para pasar un par de días allí antes de volver a casa. Ayer, después de darnos otro masaje, negociamos con el primo del encargado el que nos lleve él en su coche particular por toda la isla, parándonos en unas cascadas y visitando lugares únicos. Aquí todo el mundo se busca la vida, el mismo que te vende un viaje, te hace de guía, te lleva a cenar y si quieres te consigue drogas, mushrooms y lo que te haga falta.






Yo estoy muy agusto aquí, es como estar en otro planeta. Sé que existe otro mundo, del que vengo, en el que se pagan hipotecas, los supermercados y tiendas abren por la mañana y cierran por la noche, los domingos todo cerrado no como en Colombia, sé que tengo que pasar la revisión del coche nada más llegar y recuerdo que hay una cosa que se llama trabajo que tengo que volver y seguir digitalizando información y procesos para venderle servicios a terceros. Aquí, en este mundo, no existe nada de eso, el idioma local de la isla no tiene palabras para decir cosas negativas, ni siquiera para decir "adios".  Aquí sólo se repite el amanecer y el atardecer.

A disfrutar nuestro último día en Gili Trawangan, hoy saldremos a tope hasta media noche como siempre. El bailongo, el bujarrín de los Templos, Eugenio el percebeiro y yo.  Pero sin estresarse, antes, un descansito.








sábado, 11 de julio de 2015

Gili Trawangan, el paraíso de Indonesia

Tiempo de relajarse y empezar realmente las vacaciones. Muchos viajes atrás recorriendo países de norte a sur y de oeste a este, cogiendo decenas de vuelos para ver lo máximo posible en poco tiempo siempre con el lema de "aquí no voy a volver nunca".

Indonesia se planteaba igual, más de 20.000 islas, Dragones de Komodo, orangutanes de Borneo, playa, surf, volcanes, selva, cultura.... como diría el filosófo contemporáneo del siglo XXI Juanillo: "pa tos no hay". Por ello, tras 4 días de un no parar, tratando de dejar nuestra huella en el mayor número de metros cuadrados de Bali, decidimos que ya está bien. Volveremos a ver los monos, los lagartos, regresaremos a aprender a hacer surf y quizá otro año subamos un volcán. Vámonos de vacaciones.

Desde Ubud cogemos un shuttle bus al este de la isla donde cogemos una lancha rápida a las Gili Islands, tres lentejas paradisiacas en el Índico a pocas millas de la isla de Lombok.


Desembarcamos en la isla más grande las tres, Gili Trawangan, la más poblada y turística en donde están construyendo resorts y restaurantes a un ritmo frenético. Desde Trawangan salen diariamente barcos a las otras dos islas, Gili Meno y Gili Air, que prometen ser más tranquilas y vírgenes que Gili Trawangan. Seguro que tendremos oportunidad de ver las tres.





No hace falta pasar muchas horas para darse cuenta que las Gili son lo más parecido al paraíso. No existe policía, no hay casi leyes lo que la convierte en un paraíso también para los que buscan drogas y magic mashrooms. Sí que está prohibido cualquier vehículo de combustión, lo que hace que el camino rústico perimetral de la isla sea la M30 de las bicis y carros con caballo. Si te sales del paseo principal del puerto donde hay más restaurantes y música de fondo, no se perciben otros sonidos a parte del de las olas del mar y los pájaros, playas de arena blanca y lo mejor de todo, la gente.  Los indonesios, como casi todo el sudeste asiático, es un pueblo amable y siempre dispuesto a ayudar. Cuidan al turísta y saben que es su única fuente de ingresos lo que hace que el trato con ellos siempre esté adornado con una sonrisa.

El punto negativo de las Gili: las playas son preciosas pero una vez que te metes en el agua no hay practicamente arena. El coral llega hasta la propia orilla lo que hace más complicado el baño, sobre todo a nosotros que estamos acostumbrados a los bancos de arena del Mediterráneo. Pero no es un gran problema, siempre hay donde meterse y cómo refrescarse.

Nos pasamos le primer día aterrizando y lo primero que hacemos es mimetizarnos con el entorno y alquilar una bicis. Yo tengo suerte, mi bici tiene las ruedas echas un ocho, se me atranca la cadena, no cambia de plato y el asiento es un asco. Pero al menos no se me caen los pedales como a Pepe y Tony :)




Después de un bañico alquilamos tubo y gafas y nos tiramos al agua haciendo snorkel entre el coral, siendo el fondo marino lo más parecido a un salvapantallas de Windows, peces de todos los tipos, tamaños y colores, morenas, calamares, barracudas y yo particularmente, gracias a mi paciencia, tuve la oportunidad de ver a la tan buscada tortuga de las Gili. No tenía una GoPro para echar una foto debajo del agua pero la he buscado en internet y era esta misma.



La noche en las Gili dicen que es hasta el amanecer. Dicen... porque nosotros tenemos la gran suerte de haber venido aquí durante el Ramadán. En estos días todo el ambiente de la isla termina a las 12 de la noche, quedando algunos puntos donde la gente se concentra en torno a una hoguera y suelen salir alguna guitarra que ameniza las últimas cervezas antes de dormir. Gracias a esto, y después de 12 caipirinhas, unos tanto Jaggers, y millon y medio de cuenta en el bar, podemos irnos a descansar a una hora decente aprovechando el día siguiente.

La primera noche conocemos a un grupo de españoles que viven en la isla trabajando como instructores de buceo, algunos de ellos llevan en este pedazo de tierra más de dos años y dicen que no se vuelven a España. Pedro, un barcelonés español muy majo,  nos da las claves para los siguientes días y nos recomienda los mejores sitios locales para comer. Para el lunes ya hemos gestionado con él una inmersión tipo bautizo.

El segundo día, aunque algo nublado, disfrutamos de la puesta de sol en el Aston Resort Sunset Beach, mientras disfrutamos de un concierto de música reggae en directo a poco metros. Muy dificil de mejorar este momento.







Por la noche volvemos a la zona de marcha (principalmente no salimos del Sama-Sama), y entre otras caipirinhas llegamos sin darnos cuenta a las 12 y todo cerrado, acabando en un garito en donde los camareros empiezan a retarnos a un concurso de pulsos apostándonos pasta. Yo enseguida les chumbo al Chiki, que lleva todo el año en el gimnasio esperando a este momento glorioso. Evidentemente acaba sin piedad con los indonesios y se gana unas cervezas gratis :)



Ah, se me olvidaba. Cenamos en el mercado local, en puestos de la calle donde seleccionas los pescados y te los hacen a la brasa y casualmente nos encontramos en la mesa de al lado con nuestros amigos de Alicante, el tordaco y Mari Nieves! Indonesia, 20.000 islas! ya era mala suerte encontrarnos :P




Hoy sábado más de lo mismo, más sufrir y volver a sufrir. Llevamos un estress tremendo porque no sabemos en donde bañarnos ni dónde comer. Esas son nuestras preocupaciones en la isla. Hemos ido al Wurung Family, un pequeño restaurante de una familia lugareña que nos recomendó Pedro y hasta hoy, ha sido el mejor sitio donde hemos comido.





Después siesta, baño, siesta con baño, masaje balinés, piscina, cena,... un no parar vamos.







Ah, y antes de comer Chiki y yo con dos cojones nos recorrimos la isla corriendo en el sentido de las agujas del reloj. 40 minutos a ritmo de abuelo, excepto cuando pasabamos por delante de chiringuitos que apretabamos como si no hubiera un mañana.

 

viernes, 10 de julio de 2015

Desde Ubud al volcán de Gunung Batur

Hoy posiblemente ha sido nuestro último  día en Bali. Desde Bali hemos decidido llevar nuestras motos hacia el norte de la isla con destino al volcán de Gunung Batur.  La carretera, una vez que sales de los alrededores de Ubud, es bastante buena y sin mucho tráfico lo cual nos permite ir a una velocidad mayor que otros días. Sin embargo, todo el trayecto es subida y a medida que ganamos altitud vamos notando como bajan las temperaturas y enseguida nos damos cuenta de que nuestra indumentaria veraniega no ha sido un gran acierto.








Para llegar a Gunung Batur existen varias carreteras y dependiendo de cuál elijas te encuentras por el camino ciertos templos, cataratas u otras atracciones. Nosotros paramos en Tegalalang, pueblo del interior de Bali famoso por sus terrazas de arroz.






Una vez en la región de Danu Batur y ya con principios psicológicos de hipotermia, sin llegar al pueblo de Kintamani y tras pagar otra tasa por entrar a este parque nacional, tomamos carretera a la derecha dirección al lago Danau Batur. Rodeamos el lago y llegamos al pueblo de Toya Devasya donde existen un par de balnearios con termas de agua caliente que brota de forma natural de las faldas del volcán Gunung Batur. Nuestra idea era hacer un trekking para subir al cráter del volcán pero dado que no llevabamos la indumentaria adecuada y que en las termas se estaba muy agusto, pasamos casi todo el día a remojo, todo por 120.000 RP comida incluida, menos de  10 EUR.








Había leído en algún blog que aquí en Indonesia la corrupción policial está a la orden del día y que sería dificil no ser parados en algún control. Pues nos tocaba ya hoy después de tres días recorriendo la isla en moto. Media hora después de salir de las termas nos topamos con un control de la "polisi" en el cual nos piden la licencia internacional de conducción, licencia que obviamente no teníamos. El policía, en una actuación propia de Broadway, nos dice que hemos violado las leyes indonesias y que nos requisa las motos citándonos a un juez bla bla... dándonos a continuación la alternativa porque se nos ve gente buena de pagarle en metálico 250.000 RP por barba y él amablemente olvida todo.

Como lo que menos queremos es quedarnos sin motos y meternos en jaleos ni negociamos y le pagamos gustosamente 1 millón de rupias deseándole que se los gaste en  medicinas.  Una experiencia más que nos tocaba por vivir.

miércoles, 8 de julio de 2015

Conociendo el centro de Bali: Ubud y alrededores

Comenzamos nuestro tercer día en Bali abandonando gustosamente la región australiana de Kuta para dirigirnos rumbo norte al centro de la Isla. Para ellos contratamos los servicios de un conductor que nos lleva por un módico precio de 600.000 RP todo el día a donde nos apetezca.

Por ello, aunque no pillaba de camino nos desviamos hacía el oeste para visitar el famoso templo de Puraa Tanah Lot (Templo de la Tierra en el Mar). Es un precioso templo hinduista ubicadoo en un islote de roca a menos de 100 metros de la costa, construido por un sacerdote durante el siglo XVI. Cuando la marea es alta, la roca en la que se ubica Pura Tanah Lot llega a cubrirse casi por completo, pero durante algunas horas al día es posible llegar hasta el templo caminando sin apenas mojarse.






Para ser sincero, muchas eran las expectativas pero al llegar allí sólo pueden apreciarse una pequeña construcción sobre este islote de piedra. El acceso está prohibido y el entorno está plagado de fotógrafos balineses con polos de "Canon" deseando echarte una foto para vendertela. En otros lugares hay más lugareños intentando venderte cualquier baratija o hacerte beber de un supuesto manantial de agua dulce que brota de la misma orilla.







Salimos de Pura Tanah Lot con dirección a Ubud aunque en media hora nuestro chofer de cuyo nombre ni me acuerdo nos propone visitar un centro de ecoagricultura en donde producen cafe de Luwac. Este café, que alguna vez había escuchado hablar de él, es un café del cual se "producen" sólo 300 kg al año y se obtiene de la siguiente manera. Existe un mono, que debo decir que es más mangosta que mono, que entre su dieta se encuentra el café balinés. Este mamífero,  una vez digiere ese café, y siguiendo el proceso normal de la digestión, defeca como cualquier bicho viviente de la tierra. Los lugareños cogen pues los excrementos y manualmente extraen el grano de café para después tostarlo y molerlo como se haría con cualquier otro café del mundo, para  producir el tan conocido Luwac Coffee que lo cobran a precio de oro.

Como no podía ser de otra forma, no dudamos en  probarlo ya que estamos aquí.





Seguimos nuestro camino hacía Ubud y muchos kilómetros antes ya sufrimos los atascos interminables que nos hacen tardar casi 2 horas. Ubud es la capital cultural de Bali y por ello en los últimos años se ha convertido en parada obligada de cualquier circuito turístico. Tras la experiencia en Kuta y para evitar meternos en otra ciudad saturada de turistas, nos decidimos por hospedarnos en un hotel a las afueras del centro de la ciudad, hotel que pronto nos daríamos cuenta que se trataba de un auténtico paraíso, un oásis de lujo y tranquilidad sólo a 3 km del centro de la ciudad. Por sólo 45 EUR la noche cogemos las últimas habitaciones que quedaban libres,  las más  caras de todo el complejo y que más que habitaciones eran chalets, con unas vistas espectaculares a campos de arroz y a pocos metros de la piscina.





Tras descansar un rato y disfrutar del paraíso en el que estamos alojados, nos animamos a salir al mundo real y visitar el centro de la ciudad, cómo no alquilando unas motos. A destacar es la pelea de gallos con la que nos topamos en una de las callejuelas  del centro.





Antes de que los defensores de los derechos de los animales dejen de leer estas líneas he de decir que nos fuimos antes de que hubiera cualquier tipo de agresión aviar.

Para terminar la noche, después de cenar nos acercamos a un espectáculo de danza balinesa Kecak que nos da el cloroformo necesario para dormir profundamente. Gracias a este bodrio de espectaculo a mis amigos aprecian hoy más el flamenco.