La vida es muy complicada en las Gili. Todo el mundo viene para dos días y se queda una semana el que menos. Hemos conocido gente que lleva meses o años y vinieron para pasar dos días y ahora los comprendo. Estos 15 kilómetros cuadrados de arena, selva y palmeras tienen algo que te atrapa y no te deja irte, nosotros llevamos ya casi una semana y mi ritmo cardiáco ya se ha aclimatado al de la isla. Echaré de menos al almuecín llamando al rezo, a los gallos cantando 24 horas al día, el darle prioridad a los carros con caballos en los cruces, y sobre todo, el terminar el día con el sunset en el Aston Sunset Beach Resort disfrutando de música reggae en directo.
Puede parecer que en un pequeño trozo de tierra no hay mucho que hacer, nada más lejos de la realidad. El hecho de no hacer nada ya te ocupa el 80% de los días y el otro 20 hay muchas actividades de las cuales tenemos que elegir cuáles hacer y cuáles dejar para la próxima vez.
El domingo nos apuntamos a un circuito en barco que recorre varias zonas de coral, pasando por las dos islas que aún no habíamos pisado, Gili Meno y Gili Air. Hacemos snorkel en cada parada y nadamos a pocos centímetros de tortugas centenarias, y en Gili Air nos damos un rico baño encontrándonos allí con el Tordo y Mari Nieves.
El lunes, tal y como le prometimos a nuestro ya amigo Pedro, el instructor de buceo, madrugamos para estar a las 9 en la puerta del club DSM para realizar lo que pensábamos que sería un "aburrido" bautizo de buceo. Digo aburrido porque ya casi todos lo habíamos hecho en Cabo de Palos y en aquel entonces no fue más que eso, un bautizo. En esta ocasión todas las expectativas han sido superadas, empezamos en la piscina con las prácticas y teoría para luego realizar lo que sería una auténtica inmersión en el Manta Point de Gili Trawangan, sumergiéndonos hasta los 15 metros durante 51 minutos.
Dicen que no hay un sitio igual en el mundo para aprender a bucear, debido a la diversidad marina entre el coral y las fuertes corrientes del fondo marino de las cuales puedo dar fé. Buceamos entre tortugas y miles de peces de todos los colores y el bailongo y Tony se quedan sin ver el pez león ya que tuvieron que salir a superficie antes por agotar antes el aire de sus botellas. Lo mejor del viaje se lo pierden :)
El bailongo está a tope, por la noche después del atarceder rodamos nuestras bicis a la zona noroeste de la isla escapándo de la zona de restaurantes y marcha. Buscando más tranquilidad paramos súbitamente al ver a la derecha unas casas de lugareños con guitarras y da la casualidad que allí mismo estaba la vendedora ambulante que el primer día me despertó en la playa para intentar venderme pulseras. Con ella (Ana), su hermana María y su instructora de buceo italiana Valentina echamos unas risas, intentado regalarles unos acordes flamencos, pero no tengo mucho éxito ya que el bailongo acapara la atención con sus bailes latinos, bailando bachata con la melodía del telediario.
Al oir los acordes, aparece de la oscuridad un lugareño con otra guitarra y con una sonrisa en la boca, y compartimos unos momentos inolvidables tratando de compartir algo de nuestra cultura musical.
Para comer en la isla no nos la jugamos más, llevamos tres días seguidos comiendo en el Warung Family, de hecho le he dicho a la mujer que si no podemos volver a España que me adopte y me cocine todos los días. Resulta que hace unos días entró en erupción un volcán de la isla de Java y varios aeropuertos están cerrados debido a la nube de ceniza que se ve desde las Gili. Algunas compañías han cancelado todos sus vuelos y otras funcionan apenas unas horas al día por lo que a día de hoy no tenemos certeza de que podamos coger el vuelo que nos lleve a Jakarta el viernes.
Hoy es nuestro último día en las Gili, mañana nos iremos a Lombok para pasar un par de días allí antes de volver a casa. Ayer, después de darnos otro masaje, negociamos con el primo del encargado el que nos lleve él en su coche particular por toda la isla, parándonos en unas cascadas y visitando lugares únicos. Aquí todo el mundo se busca la vida, el mismo que te vende un viaje, te hace de guía, te lleva a cenar y si quieres te consigue drogas, mushrooms y lo que te haga falta.
Yo estoy muy agusto aquí, es como estar en otro planeta. Sé que existe otro mundo, del que vengo, en el que se pagan hipotecas, los supermercados y tiendas abren por la mañana y cierran por la noche, los domingos todo cerrado no como en Colombia, sé que tengo que pasar la revisión del coche nada más llegar y recuerdo que hay una cosa que se llama trabajo que tengo que volver y seguir digitalizando información y procesos para venderle servicios a terceros. Aquí, en este mundo, no existe nada de eso, el idioma local de la isla no tiene palabras para decir cosas negativas, ni siquiera para decir "adios". Aquí sólo se repite el amanecer y el atardecer.
A disfrutar nuestro último día en Gili Trawangan, hoy saldremos a tope hasta media noche como siempre. El bailongo, el bujarrín de los Templos, Eugenio el percebeiro y yo. Pero sin estresarse, antes, un descansito.
Puede parecer que en un pequeño trozo de tierra no hay mucho que hacer, nada más lejos de la realidad. El hecho de no hacer nada ya te ocupa el 80% de los días y el otro 20 hay muchas actividades de las cuales tenemos que elegir cuáles hacer y cuáles dejar para la próxima vez.
El domingo nos apuntamos a un circuito en barco que recorre varias zonas de coral, pasando por las dos islas que aún no habíamos pisado, Gili Meno y Gili Air. Hacemos snorkel en cada parada y nadamos a pocos centímetros de tortugas centenarias, y en Gili Air nos damos un rico baño encontrándonos allí con el Tordo y Mari Nieves.
El lunes, tal y como le prometimos a nuestro ya amigo Pedro, el instructor de buceo, madrugamos para estar a las 9 en la puerta del club DSM para realizar lo que pensábamos que sería un "aburrido" bautizo de buceo. Digo aburrido porque ya casi todos lo habíamos hecho en Cabo de Palos y en aquel entonces no fue más que eso, un bautizo. En esta ocasión todas las expectativas han sido superadas, empezamos en la piscina con las prácticas y teoría para luego realizar lo que sería una auténtica inmersión en el Manta Point de Gili Trawangan, sumergiéndonos hasta los 15 metros durante 51 minutos.
Dicen que no hay un sitio igual en el mundo para aprender a bucear, debido a la diversidad marina entre el coral y las fuertes corrientes del fondo marino de las cuales puedo dar fé. Buceamos entre tortugas y miles de peces de todos los colores y el bailongo y Tony se quedan sin ver el pez león ya que tuvieron que salir a superficie antes por agotar antes el aire de sus botellas. Lo mejor del viaje se lo pierden :)
El bailongo está a tope, por la noche después del atarceder rodamos nuestras bicis a la zona noroeste de la isla escapándo de la zona de restaurantes y marcha. Buscando más tranquilidad paramos súbitamente al ver a la derecha unas casas de lugareños con guitarras y da la casualidad que allí mismo estaba la vendedora ambulante que el primer día me despertó en la playa para intentar venderme pulseras. Con ella (Ana), su hermana María y su instructora de buceo italiana Valentina echamos unas risas, intentado regalarles unos acordes flamencos, pero no tengo mucho éxito ya que el bailongo acapara la atención con sus bailes latinos, bailando bachata con la melodía del telediario.
Al oir los acordes, aparece de la oscuridad un lugareño con otra guitarra y con una sonrisa en la boca, y compartimos unos momentos inolvidables tratando de compartir algo de nuestra cultura musical.
Para comer en la isla no nos la jugamos más, llevamos tres días seguidos comiendo en el Warung Family, de hecho le he dicho a la mujer que si no podemos volver a España que me adopte y me cocine todos los días. Resulta que hace unos días entró en erupción un volcán de la isla de Java y varios aeropuertos están cerrados debido a la nube de ceniza que se ve desde las Gili. Algunas compañías han cancelado todos sus vuelos y otras funcionan apenas unas horas al día por lo que a día de hoy no tenemos certeza de que podamos coger el vuelo que nos lleve a Jakarta el viernes.
Hoy es nuestro último día en las Gili, mañana nos iremos a Lombok para pasar un par de días allí antes de volver a casa. Ayer, después de darnos otro masaje, negociamos con el primo del encargado el que nos lleve él en su coche particular por toda la isla, parándonos en unas cascadas y visitando lugares únicos. Aquí todo el mundo se busca la vida, el mismo que te vende un viaje, te hace de guía, te lleva a cenar y si quieres te consigue drogas, mushrooms y lo que te haga falta.
Yo estoy muy agusto aquí, es como estar en otro planeta. Sé que existe otro mundo, del que vengo, en el que se pagan hipotecas, los supermercados y tiendas abren por la mañana y cierran por la noche, los domingos todo cerrado no como en Colombia, sé que tengo que pasar la revisión del coche nada más llegar y recuerdo que hay una cosa que se llama trabajo que tengo que volver y seguir digitalizando información y procesos para venderle servicios a terceros. Aquí, en este mundo, no existe nada de eso, el idioma local de la isla no tiene palabras para decir cosas negativas, ni siquiera para decir "adios". Aquí sólo se repite el amanecer y el atardecer.
A disfrutar nuestro último día en Gili Trawangan, hoy saldremos a tope hasta media noche como siempre. El bailongo, el bujarrín de los Templos, Eugenio el percebeiro y yo. Pero sin estresarse, antes, un descansito.
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